domingo, 27 de mayo de 2012

Toda Clase De Pieles


TODA CLASE DE PIELES

Había una vez hace mucho en un reino muy lejano un rey y una reina que tuvieron una pequeña princesa, tan guapa o incluso más que su madre, que hasta entonces había sido la mujer más bella del mundo. Rubia, con ojos verdes, delgada… como las mujeres más bellas de aquellos tiempos. Además era buena y cariñosa y todos la querían, y el rey el que más.

Cuando la pequeña nació todos eran felices, pero la reina se puso enferma al poco tiempo… y apenas podía moverse de la cama y hablaba poco… así que era el rey el que se encargaba más de la pequeña, todo el rato la cuidaba, la protegía, jugaba con ella… El rey también se preocupó de su esposa y mandó llamar a los mejores médicos del mundo con las mejores soluciones y medicinas para ayudar a curar a su esposa, pero ninguna de ellas funcionaba…

Cuando pasaron algunos años y la princesa era más mayor todos pensaban que el rey ya no la cuidaría tanto, ni se preocuparía tanto por ella… Pero como quería tanto a su esposa que no mejoraba, solo quería cuidar a su niña para que siempre estuviera bien. Se empezó a acercar la edad de que la princesa se casará así que empezaron a buscar pretendientes de todos los reinos conocidos. La princesa seguía siendo bellísima, incluso más que su madre. Empezaron a llegar miles de pretendientes de todas las casas reales que se encontraban alrededor del mundo, pero a la princesa no le gustaba nadie… y su padre había prometido que se casaría con alguien antes de cumplir los 15 años.

La princesa llena de pena dejo pasar el tiempo… y llegó a la edad de los 15 años, el rey como había prometido comenzó a hacer la preparación de la ceremonia y de la fiesta de prometida. Había emparejado a la princesa con un príncipe de un rey cercano, para así además conseguir unir sus territorios.

La princesa entonces, le pidió a su padre tres vestidos uno tan dorado como el sol, otro tan plateado como la luna, y otro tan brillante como las estrellas. El padre aceptó, y llamo a sus consejeros, sabios y sastres, para buscar por todo el mundo los materiales para hacer los vestidos para su hija… con hilo de oro, platino y diamantes. La princesa consiguió retrasar todo un año, pero llegó el momento y unos meses después estaban preparados los vestidos. Los vestidos eran hermosísimos y ella estaba tan preciosa como siempre, y pensó que ojala fuera el príncipe de sus sueños la que la viera con ese vestido...y no el desconocido con el que tenía que casarse.

Pero tuvo otra idea, y le pidió otro regalo… un abrigo de toda clase de pieles de los diferentes animales que existían, y así sería un abrigo único. Y los cazadores del reino se pusieron en marcha, tardaron un año pero volvieron a conseguir el material y a hacer el abrigo de la princesa. Eran tan grande y largo que la princesa podía esconderse bajo el. No se le veía la cara, ni las manos, ni los pies… Llegado este momento el padre dijo que debían poner fecha a la boda, y la princesa le dijo que prefería que fuera al día siguiente que estaba cansada…

Y cuando llego la noche y todos en palacio dormían cogió sus vestidos, una cadena de su madre de la que colgaban una rueca, un anillo y una virgen, y huyó. Se escondió bajo el abrigo de toda clase de pieles y se pintó manos y cara para que no se la viera en la noche.

 Fue viajando durante las noches durante mucho tiempo y escondiéndose por el día hasta que llegó a un reino bastante lejano, en el que en los bosques cercanos unos jóvenes la confundieron un animal y tuvo que descubrirse para que no la dispararan. Pareció una mendiga, pero los jóvenes la llevaron ante el príncipe, y ella no contó quien era ni como se llamaba… solo decía que era toda clase de pieles. Y allí la cuidaron, lavaron, vistieron, la dieron de comer… Y el cocinero y el príncipe decidieron que se quedara en las cocinas, y comenzó a aprender las diferentes tareas que tenían que hacer, que el cocinero le enseñaba. Ella nunca se quitaba el abrigo, nunca le habían visto el pelo ni la cara.

Un día en palacio se comenzaron a preparar unas grandes fiestas para que el príncipe eligiera a su prometida. Y toda clase de pieles tenía mucho trabajo porque tenía que preparar mucha comida, pero consiguió permiso para salir a ver los vestidos y bailes… aunque solo por un rato. Ella fue rápidamente a cambiarse y arreglarse y se puso el vestido tan dorado como el sol, entonces apareció en la fiesta y todo el mundo la miraba, e incluso bailo como el príncipe, pero tampoco le conto quien era. Y al poco tiempo tuvo que irse, volvió a por su abrigo y fue a las cocinas, preparó el caldo del príncipe, que se tomaba todas las noches y  se lo subió a su habitación. Antes de irse dejo algo en su caldo, la figurita de la rueca, y el príncipe no entendía de quien era eso. La siguiente noche fue muy parecida a la primera, pero este día se puso el vestido tan plateado como la luna y bailaron casi toda la noche juntos. Y dejó en el caldo la figurita de la virgen. Y el príncipe comenzó a pensar que no era casualidad, así que se fue a las cocinas, a preguntar quien había hecho el caldo tan bueno que había tomado esos días y el cocinero dijo que fue él.

Llegó el último día de la fiesta y toda clase de pieles pudo ir, pero hoy tenía menos tiempo, había más trabajo que nunca. Corrió y se fue a por el vestido tan brillante como las estrellas, esta noche también la pasaron juntos. Pero no pasó nada y tuvo que irse, aunque no le dio tiempo a pintarse la cara y las manos de nuevo. Otra vez hizo el caldo y se lo llevó al príncipe, y dejó el anillo que era lo único que le quedaba. El príncipe se lo tomó rápido y le dijo que esperara  para llevárselo. Cuando vio el anillo le pregunto a toda clase de pieles si era suyo, y ella lo negó, entonces él le cogió la mano y le dijo que era el compañero del anillo que él mismo le había puesto durante el baile, confesó que estaba totalmente enamorado de ella, y que no había conocido persona tan bella y buena nunca, y que quería que fuera su esposa, ella aceptó y bajaron juntos al baile donde se la presento a todos. Al poco tiempo se casaron y tuvieron hijos, y durante años fueron las personas más felices del mundo.

1 comentario:

  1. Muy bien. Deberías haber cambiado la figurita de la rueca (que los niños desconocen) por algo más cercano a ellos (un pájaro, una flor, un corazón...)

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